Una lección de moda, patrimonio y sostenibilidad a bordo del barco peruano durante "Sail Amsterdam"
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Ámsterdam se ha convertido esta semana en un punto de encuentro internacional. Y no por su Fashion Week —para la que todavía habrá que esperar un par de semanas—, sino por la celebración de SAIL Amsterdam 2025, el evento náutico que, tras diez años de espera por la pandemia, regresa coincidiendo con el 750 aniversario de la ciudad.
Más de cuarenta embarcaciones históricas atracaron en su muelle, entre ellas el buque escuela de la Marina de Perú, que no ha dejado pasar la oportunidad de hacer promoción del patrimonio cultural de su país, con la moda como una de las protagonistas.
Allí, en un programa paralelo de diplomacia cultural y comercial que celebra los 200 años de relaciones entre Perú y Países Bajos, se ofreció un workshop sobre la tradición textil peruana y su papel en la industria global de la moda. Una masterclass dirigida por Grace Wouters –cofundadora de KnitLab Perú– a diseñadores, estudiantes, periodistas y profesionales del sector que puso en valor fibras como la alpaca y el algodón Pima, junto con técnicas de tejido ancestrales, y que buscó inspirar nuevas colaboraciones internacionales en torno a la sostenibilidad y el lujo responsable.
La masterclass arrancó con una invitación a viajar en el tiempo a un momento en el que en Perú ya se contaban historias con hilos y agujas y los tejidos eran más que abrigo: eran símbolos de poder, ofrendas sagradas y marcas de identidad colectiva.
En la cultura Paracas, alrededor del 800 a.C., los bordados funcionaban como relatos vivos, escenas cosidas sobre tela con hilos teñidos en colores vibrantes obtenidos de plantas, minerales e incluso insectos.
Siglos después, en el Imperio Inca, un textil podía tener más valor que el oro. Las mujeres acllas, dedicaban su vida a crear piezas destinadas a la nobleza y en cada diseño quedaban cifrados jerarquías, mitos y estatus.
Pero esta tradición no pertenece únicamente al pasado. Hoy, en comunidades andinas, las mismas manos siguen girando husos, tensando hilos en telares de cintura —que permiten tejer en cualquier rincón— o usando telares de pedal.
A todo ello se suma la herencia del teñido natural, con raíces, semillas y minerales convertidas en paletas de colores intensos y duraderos. Tonos que no solo son estéticamente impactantes, sino que también cargan un profundo valor simbólico.
En el pasado, un color podía asociarse a una divinidad, a un ciclo agrícola o a un rol social. Convirtiendo cada pieza, en un texto visual cargado de significados.
El lujo natural del alpaca y el algodón Pima
Cada técnica textil constituye una muestra de memoria cultural y un legado que ha perdurado durante milenios. En la actualidad, son dos fibras las que posicionan especialmente a Perú en el mapa global de la moda: la alpaca y el algodón Pima.
Criada en los Andes desde hace más de 6.000 años, la alpaca produce una fibra fina, hipoalergénica y resistente, considerada incluso más suave que el cashmere y utilizada en sus colecciones por marcas como Prada, Miu Miu o Brunello Cucinelli.
Sus más de veinte tonalidades naturales reducen la necesidad de procesos de teñido, lo que contribuye a su carácter sostenible. Una curiosidad es que la conocida como “baby alpaca” no hace referencia a la fibra obtenida de una cría, sino al primer esquilado de una alpaca adulta.
Por su parte, el algodón Pima, considerado de las mayores con fibras largas y sedosas, ha sido bautizado como la “seda peruana”. Ambas materias primas, trabajadas por comunidades que mantienen el vínculo con la tierra y el respeto ancestral por la naturaleza, se han convertido en sinónimo de lujo responsable.
Lo que esta jornada dejó claro es que los textiles peruanos no son piezas del pasado exhibidas en vitrinas. Son un legado vivo que sigue latiendo en comunidades, reinventándose en talleres y conquistando las pasarelas globales.