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Made in France: mito o realidad

Por FashionUnited

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Los tomates de apariencia idéntica y duración eterna han perdido su atractivo, la gente busca ahora tomates sabrosos cultivados cerca de su casa, aunque sean más caros. Los niños tienen que aprender de nuevo que la leche viene de las vacas y no del supermercado. El slow food, la comida vegetariana

y el comer sano se ha instalado como tendencia. Es hora de que la moda siga el ejemplo. ¿Pero tenemos aún la calificación y la tecnología adecuada?¿Podemos en Europa producir pantalones vaqueros, hacer bolsos y tejer jerseys?¿Y dónde? En esta serie, FashionUnited investiga la industria de la confección de prendas en seis países europeos: España, Reino Unido, Países Bajos, Alemania, Italia y Francia - con el objetivo de arrojar luz sobre la realidad de la producción en nuestro propio patio.

En

1977, el sector de la confección contaba con 650.000 puestos de trabajo en Francia. Esta cantidad se redujo a 250.000 en 1997, y luego a 90.000 en 2010. Las marcas trasladaron extensamente su producción debido sobre todo al coste por hora de la mano de obra: aproximadamente 30 euros en Francia, según el centro de observación Coe-Rexecode, frente a los 21 del sur de Italia, 3 en Marruecos y 0,3 en Bangladesh.

Si bien muchas marcas de ropa de diseño desplazaron también su producción, algunas decidieron mantener su fabricación en el territorio francés. Es el caso de numerosas marcas de lujo que necesitan de ciertos conocimientos y experiencia a escala local, y también el de algunas marcas que lo ven como una cuestión de patriotismo. Viene a la memoria el llamamiento de Agnès B, iniciado en 2011, en defensa de la protección de la ciencia y la técnica francesa: un llamamiento que en período pre-electoral tuvo una gran acogida en círculos poderosos.

A veces - y se trata de un movimiento más bien nuevo - algunas marcas deciden regresar a Francia y son todo ventajas a pesar de los costes que esto puede representar: es el famoso tríptico «”alidad, capacidad de respuesta y creatividad”.

Jean-Marc Gaucher, presidente de Repetto, es uno de los que ha repatriado su producción a Francia. Cuando volvió a coger la dirección de la famosa marca de calzado de baile, reconoció que se había inspirado en el modelo proporcionado por las grandes cadenas como H&M y Zara: “La clave del éxito de estas marcas, más allá del precio, es la actualización constante de las colecciones; cada cliente que regresa a la tienda tiene la certeza de que en cada nueva visita encontrará nuevas propuestas. He aplicado esta fórmula a Repetto, no solo para adquirir este nivel de capacidad de respuesta impuesto por los plazos cortos entre cada colección, sino también el nivel de calidad y de creatividad propio de Repetto, en el que el made in France se impone solo. El Presidente y Director General no lo lamenta: la marca que estuvo en decadencia, saborea ahora, bajo su dirección, un importante éxito innegable desde hace varios años.

Un ejemplo cada vez más seguido por la generación más joven de creadores, como lo demuestra la iniciativa “Designers Apartment”, iniciada por la Federación francesa de la costura. Durante la semana de la moda parisina, el “Designers Apartment” acoge en una amplia sala de exposiciones las colecciones de doce creadores que producen con la calidad made in France y que están teniendo un gran éxito entre los compradores.

“El

made in France para los jóvenes creadores, según explica Sylvie Maysonnave, Directora artística del salón Made in France, no se basa en la arrogancia y menos aún en el etnocentrismo: de hecho muchos de los creadores que trabajan en París en Made in France proceden de todo el mundo, Chile, China, Bélgica... Simplemente, es otro modo de ver la moda con creadores que nos dicen: volvamos al valor artesanal de nuestra profesión. Una buena oportunidad para recordar que la propia esencia de París, su atractivo, su vocación quizás, es el estilo, el espíritu, pero también la experiencia de talleres que ricos en historia, cultura y destreza manual”

La formación: un problema serio

Si bien la tendencia de los países low cost no es tan predominante y si bien algunos actores importantes del mercado han logrado difundir la percepción de la importancia y el interés del made in France, no es menos cierto que en la práctica, el gremio en su totalidad debe hacer frente a un problema significativo: el de la formación. Durante su última visita al salón Made in France, Fleur Pellerin, Ministra delegada de PYME e innovación, pudo constatar que esta era incluso una de las principales preocupaciones de los expositores. “No hay escuelas para formar a los profesionales que se necesitan - se lamentan -, es imprescindible que transmitamos más el atractivo de nuestros oficios”. 


El mismo discurso se repetía en recientes mesas redondas celebradas durante el último festival de la moda en Hyères. Sidney Toledano pidió al Estado que defienda el sector de lujo y que aumente su ayuda a las escuelas, haciendo hincapié en la necesidad de invertir más en formación y moda. Fleur Pellerin reconoció después que debería apoyarse a aquellas marcas que se esfuerzan por mantener el contacto con las escuelas e institutos de formación profesional.

Otro problema: el de la transparencia en la procedencia del made in: un producto fabricado en el extranjero pero que se finaliza en Francia puede beneficiarse de la denominación made in France. Un problema que por el momento no se puede solucionar: Bruselas, por una parte, quiere evitar todo lo que podría parecerse al proteccionismo, y por otra, son muchas las marcas que desean poder conservar una cierta latitud de movimientos. Lo cierto es que esta cuestión no parece disminuir el poder de atracción de made in Francia: el 90 por ciento de los productos de confección fabricados en Francia se exportan a todo el mundo.

Fotos: Made in France Anthony Peto, Made in France. Photo Herve Dewintre Pinel & Pinel. Made in France. Photo Herve Dewintre
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