Un sublime Pierpaolo vuelve a hacer “chic” a Balenciaga
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Madrid – Poco más de 15 minutos. Ese es el tiempo por el que terminó por extenderse el desfile de presentación de la nueva colección de la casa Balenciaga, y los minutos de los que necesitó Pierpaolo Piccioli para poner en evidencia el nuevo capítulo que ha pasado a abrir en su seno, como nuevo director creativo de la emblemática firma de moda francesa de origen español. Una nueva etapa, que llega marcada por una vuelta a ese refinamiento tan “chic” que llevó al maestro de Guetaria, a su nombre y a su casa, a convertirse en uno de los máximos exponentes de la Alta Costura francesa.
Cita más que destacadísima de esta última edición de la Semana de la Moda de París, Pierpaolo Piccioli terminaba de firmar su debut como nuevo director creativo de la casa Balenciaga —una de las principales firmas de moda del grupo Kering— este pasado sábado 4 de octubre. La sexta jornada de presentaciones y desfiles oficiales de esta nueva edición de Paris Fashion Week, que se encargaba justamente así de cerrar el diseñador romano presentado su primera colección para la histórica firma, para la temporada Primavera/Verano 2026. Una propuesta con la que el modista ha vuelto a demostrar, podríamos decir incluso que más y mejor que nunca, su gran maestría y talento, estrenándose en un cargo para el que parece que ha venido preparándose a lo largo de toda su extensa, y consolidada, trayectoria profesional.
Ya durante los dilatados y prolongados años en los que el italiano se mantuvo al frente de la dirección creativa de Valentino, desde 2008 a 2016 junto a Maria Grazia Chiuri, y desde 2016 hasta marzo de 2024 en solitario, Pierpaolo dio buenas muestras del lugar preferente que la obra de Cristóbal Balenciaga ocupa dentro de su imaginario. Y como perfecta y mejor muestra, podemos señalar a esa colección de Alta Costura para la temporada Otoño/Invierno 2023/2024, en la que no faltaban referencias tan claras y directas a la obra del maestro español de la Alta Costura como las reinterpretaciones, firmadas por Pierpaolo, de sus vestidos globo, rosa o “robe queue de paon” (cola de pavo real). Unas revisitaciones sobre la producción del trabajo del español que resultan tan magníficas como constantes a lo largo de la trayectoria de Piccioli, pero para las que tampoco se pueden negar los en no pocas ocasiones excesivamente literales señalamientos a las creaciones de Balenciaga. De ahí el interés añadido que despertaba el nombramiento del diseñador romano como nuevo director creativo de la casa Balenciaga. Un relevo que de un lado ponía en cuestión hasta qué punto la firma se disponía a cerrar el vibrante y disruptivo capítulo que había vivido bajo el liderazgo de Demna, y del otro, hasta dónde sería realmente capaz de exprimir su ingenio Piccioli, para distanciarse de esa literalidad de la que en ocasiones ha pecado, y ser capaz de crear un universo estético para la firma realmente novedoso, atractivo y sugerente.
En respuesta a justamente esas dos cuestiones, es como terminó por erigirse esta colección de debut del italiano para la casa Balenciaga. Y hacemos bien en señalar a ese justo término, porque fue justamente eso a lo que asistimos desde este desfile en París de este pasado sábado 4 de octubre. Una jornada ya histórica para la casa, en la que Piccioli asentó los cimientos de una nueva era para Balenciaga. Una nueva época, que el italiano afronta con la labor, no de homenajear a su fundador, y ni mucho menos a Demna, sino con la de llevar a cabo una “recalibración” de todo su legado, desde sus orígenes y hasta su presente más inmediato. Una dilatada historia que abraza el diseñador romano, para construir a partir de la herencia de la firma un nuevo capítulo que arranca marcado, primero, por la metodología de trabajo por la que se caracterizó como modista Cristóbal Balenciaga, y que se convierte en la realmente piedra angular sobre la que Piccioli va a tratar de construir esta nueva era de la casa Balenciaga; y segundo, por la recontextualización y deconstrucción de la obra del modista español, a partir de las sensibilidades estéticas del propio Pierpaolo. Dos pulsiones a partir de las que el romano ha empezado a reajustar la identidad de la casa, conservando de un lado esa mirada rabiosamente asentada sobre los gustos por la moda de la sociedad actual, herencia de Demna —y por otro lado del mismo Balenciaga, moderno y atrevido hasta decir basta durante sus años de mayor gloria—; y del otro reivindicando la estética “chic” que llevó a Cristóbal Balenciaga a coronarse como el gran maestro de la Alta Costura.
“Balenciaga se define como una metodología”; como “la creación entendida como ideología, como identidad, como expresión de la humanidad y de la invención”, tratan de explicar desde la dirección de la casa de modas a través de una nota. Tomando como piedra angular para esta nueva era esa sintetización de la historia de la casa, “la colección de debut de Pierpaolo Piccioli como director creativo de Balenciaga celebra este componente esencial de la ‘maison’ y de la obra de Cristóbal Balenciaga, trayéndolo al presente”; “no como un homenaje, sino como una recalibración” enfatizan desde la casa de modas francesa, de origen español.
“Existimos en el sentir, en el reconocimiento, en la memoria de lo que hemos sido y en la imaginación de lo que seremos”, apunta por su parte, y de manera ciertamente poética, el propio Pierpaolo en lo referente a este su debut como director creativo de Balenciaga. “Lo que me trajo aquí ha sido un viaje colmado de emociones, que me empujó hacia adelante con fuerza”, y que “no solo me enseñó, también me reveló partes de mí mismo que apenas conocía”. Para dar forma a esta colección, adelanta, “abracé lo impredecible, los días interminables y el hecho de trabajar con el corazón”. “Cada latido lleva un nombre, un momento, un gesto”, y “esta colección nace de ese lugar de amor y de conexión. Es tanto mía como de todos los que la vivieron conmigo, en todos los sentidos. Quizá con un pulso distinto, pero siempre con la misma alma”. “Esta colección existe porque supimos reconocernos, vernos y acogernos unos a otros”, apostilla, en lo que haría referencia a la buena sincronía que habría terminado de establecer con todos quienes forman parte del taller de la casa Balenciaga.
Reivindicando la herencia “chic” y moderna de Cristóbal Balenciaga
Presentada bajo el título de “The Heartbeat” (El Latido), poniendo ya todo el foco de atención sobre esta colección de Balenciaga para la temporada Primavera/Verano 2026, lo primero que cabría destacar es cómo, rindiendo honores a ese justo nombre, la colección palpita al ritmo del corazón de la casa y de su fundador. Un Cristóbal Balenciaga al que se siente presente tras cada silueta, tras cada corte, tras cada hilada sobre la que se asienta esta colección, pero sintiéndose su presencia como un fino velo que lo impregna todo, y no como una materialización presente de su obra. Una producción que se presenta de manera mucho más velada que literal, a través de una sucesión de prendas para las que Pierpaolo se enroca en esa reivindicación de la metodología histórica de la casa Balenciaga, definiéndolas a partir de sus tejidos y de sus patrones.
Avanzado más allá de estas generalidades, la colección vuelve a reivindicar al negro azabache como color insignia de la casa Balenciaga, fundiéndolo y presentándolo en esta ocasión como ancla de una sinfonía cromática que se completa con rebajados rosas palo y verdes menta, con profundos marrones chocolate, con intensos lilas, verdes bosque y rojos carmín, y con elegantes amarillos verdolinos. Entonaciones de color con las que el romano parece recuperar esa paleta de color influenciada por los grandes maestros españoles de la pintura, especialmente por la producción de Francisco de Zurbarán, que marcó la obra de Balenciaga, y a las que se suma el blanco roto como color también clave de esta colección. Una presencia esta que parece en su caso servir de guiño a esa producción nupcial que marcó en su día también el devenir de la casa Balenciaga, como evidenciaría especialmente ese conjunto en blanco roto con falda de ribeteado volumétrico en el bajo, y que se nos presenta como una atrevida y atractiva revisitación del vestido nupcial que Balenciaga diseñó para la reina Fabiola de Bélgica, la española Fabiola de Mora y Aragón.
Dejando a un lado ya el espectro cromático, en cuanto a cortes, patrones y siluetas, solo cabe más que aplaudir ante el sublime trabajo llevado a cabo por Pierpaolo a la hora de revisitar, reconstruir y recontextualizar la obra de Balenciaga. Una producción que encontraremos magníficamente reconfigurada dentro de esta colección, de la mano de las nuevas versiones que firma el romano de los históricos vestidos trapecio, saco, globo o “cola de pavo real” de Balenciaga. Unos patrones que no duda a la hora de subvertir, para dar paso a nuevos vestidos saco que adoptan la identidad de camisolas; a vestidos globo que toman la presencia de cazadoras de cuero que envuelven los cuerpos como caparazones; a nuevas versiones actualizadas y minimalistas del histórico vestido “baby doll” de la firma; o a vestidos de “cola de pavo real” que se acortan para dar forma a nuevos y atractivos “crop tops”, o que toman la identidad de elegantísimos ponchos-túnica. No pudiendo dejar tampoco de terminar de destacar a esos vestidos cóctel, así como a los de noche con los que se cerró el desfile, y con los que Pierpaolo hizo más que evidente este regreso a lo “chic” de la casa Balenciaga; como tampoco a esos complementos, como a esas gafas de cristal de avispa o a esas gorras blancas de estilo “casquete”, con los que el italiano parece hacer un guiño directo al estilo que lució Audrey Hepburn durante la década de los 60.
“En su práctica creativa, Balenciaga situaba al ser humano en el centro”, apuntan desde la casa de modas. “La austeridad estética —incluso la severidad— ocultaba una ligereza física”, con “prendas concebidas para un cuerpo en movimiento” en las que, “entre cuerpo y tela”, se fomentaba “un intercambio esencial, una relación dinámica”. Tomando como propia esa herencia, y siguiendo “en esa línea, las prendas exploran aquí el espacio entre tejido y forma”, presentando al “aire como tercera dimensión”; como “un elemento vital de su construcción”. El resultado es una colección en la que “fragmentos del pasado se reinterpretan con la mirada puesta en el futuro”; una propuesta en la que los “recuerdos de la obra de Cristóbal Balenciaga despiertan reacciones instintivas” en el diseñador romano. “Más como evocación que como tributo, las sombras de sus formas arquitectónicas se proyectan sobre el presente”, a través de “volúmenes audaces y disruptivos aplicados a prendas que definen el armario contemporáneo”, como “cazadoras de piel, chinos, camisetas, prendas de punto y accesorios”; a “un vocabulario actual transformado por completo a través de este enfoque”, imprimido por la mano de Pierpaolo.
Nuevo tejido “Neo Gazar”
Si como apuntábamos es la histórica metodología de trabajo en los talleres de la casa Balenciaga a la que Pierpaolo sitúa como piedra gravitacional en torno a la que irá dando forma a esta nueva era de la firma, dentro de esta metodología es la tela, son los tejidos, los que se descubren y presentan como el punto de partida y final de ese proceso de trabajo. Porque eran las telas tanto las que movían la mano de Cristóbal Balenciaga para la hora de llegar a dar forma a un diseño, como las que, a la postre, terminaban por definir su misma identidad. De ahí lo esencial que terminó por resultar para el modista español llegar a idear un nuevo tejido, el gazar, que emplear como herramienta desde la que poder revertir el orden, parcialmente, de ese proceso, blindándose de una materia prima con la que poder terminar de dar rienda suelta a toda su creatividad. Una historia, y nuevamente un legado, de la casa Balenciaga, que Pierpaolo también asume, y sobre el que entra a escribir un igualmente nuevo capítulo, presentando el nuevo tejido “Neo Gazar” de Balenciaga.
Según detallan al respecto desde la casa de modas, el tejido original es un tejido de doble faz confeccionado con dos urdimbres y dos tramas. La primera capa, de gasa, utiliza una urdimbre irregular de hilos flameados que genera de manera natural rupturas e imperfecciones, creando una superficie “con una textura viva y característica”. Mientras que la segunda capa, de organza, es mucho más suave, y está confeccionada con una urdimbre continua de seda, que aporta “estructura sin rigidez”.
“En esta nueva versión, Pierpaolo Piccioli”, que rompiendo la tradición histórica de la casa sí salió a saludar tras el final del desfile, “decidió mantener el efecto de gasa visible en el exterior, pero enriquecer la capa de organza con una trama adicional ‘lamiset’”, en mezcla de seda y lana. “Este hilo extra”, señalan desde Balenciaga, “suaviza la rigidez típica de la organza, logrando que el ‘neo gazar’ sea menos tieso y más adaptable a la sastrería”, pero “manteniendo al mismo tiempo sus cualidades distintivas de volumen y ligereza”. Una característica la del tejido que llega para apuntalar los cimientos de esta nueva era de la casa Balenciaga, en la que la construcción de los diseños volverá a resultar un valor “esencial”.
Y es que, y tal y como ocurre en esta colección de debut, su “silueta escultórica nace no de estructuras internas, sino del propio corte del material, de la intencionalidad de tejido, del color y la forma como un gesto único de determinación”. “La transformación surge del corte y de la proporción”, sintetizan desde Balenciaga, en relación a una propuesta en la que “el punto reinterpreta tejidos de archivo con nuevas materialidades”; y en la que “el icónico gazar de la casa se reinventa”, mientras “los bordados de flores y las plumas entrelazadas con la propia tela se convierten en una propuesta arquitectónica más que decorativa”, en “otro medio para redefinir el cuerpo desde la pureza del corte”.
- Pierpaolo Piccioli debuta como director creativo de Balenciaga en la Semana de la Moda de París, presentando su primera colección, para Primavera/Verano 2026.
- La colección, bajo el nombre de 'The Heartbeat’, rinde homenaje a Cristóbal Balenciaga, reinterpretando su metodología y legado con un enfoque puesto en la “recalibración” de la casa, en lugar del simple homenaje al trabajo de su fundador.
- Se destaca la creación del nuevo tejido 'Neo Gazar', que redefine la construcción de los diseños y subraya la importancia de los tejidos en la identidad de la casa Balenciaga.