Scotta celebra su décimo aniversario: “Crecimos gracias a las relaciones humanas”
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Scotta celebra su décimo aniversario desde su relanzamiento, marcando diez años de esfuerzo continuo para destacarse y consolidarse en el competitivo mundo de la moda masculina.
Aprendieron cómo funcionaba el negocio de manera progresiva, apoyándose en un proceso continuo y práctico, basado en prueba y error, y apoyado en relaciones humanas, ya fuera con clientes, proveedores o socios estratégicos.
En este contexto, hemos repasado con Carlos Serra, socio fundador de la firma, cuáles han sido las claves que han impulsado el éxito de la compañía, cómo lograron superar momentos críticos —como el ciberataque que puso en jaque su web en pleno confinamiento— y sus planes estratégicos para el futuro.
La historia detrás de Scotta
La historia de Scotta es, en esencia, la de tres amigos con visiones complementarias: Carlos Serra, proveniente del sector inmobiliario; Felipe Roca, con una sólida trayectoria en la restauración; y Nacho Ruíz, un experto en marketing.
Todo comenzó en 2003, cuando Nacho Ruíz diseñó el logo de Backslide y emprendió la venta de prendas serigrafiadas entre amigos y conocidos. El impulso inicial llegó gracias a su madre, dueña de una boutique, quien le ofreció un pequeño espacio en su tienda. Esta oportunidad permitió que la idea ganara rápidamente tracción dentro de su círculo cercano.
Tres años después, en 2006, Felipe Roca y Carlos Serra percibieron el potencial del proyecto y decidieron profesionalizar el negocio, registrando la marca y lanzándose a la producción de su primera colección en Portugal.
“Recorríamos España en coche, visitando tiendas multimarca para ofrecer nuestras prendas”
Sin embargo, en 2012, la crisis económica global impactó duramente al sector, obligando a la marca a detener sus operaciones temporalmente. Este paréntesis fue crucial para reflexionar y reorganizarse. Gracias a esta pausa estratégica, pudieron sentar las bases para un relanzamiento más sólido y adaptado a las nuevas realidades del mercado.
En 2014, nació Scotta 1985, marcando el inicio de una nueva etapa con la apertura de su primera tienda en la calle Jorge Juan de Madrid. No fue hasta este año, cuando decidieron sintetizar su esencia en “Scotta” desprendiéndose del 1985 tras un rebranding.
En un inicio, su enfoque era muy básico y directo, por lo que tuvieron que pasar de vender sus productos desde el maletero de su coche a comprender el ciclo del negocio de moda: cómo es necesario crear muestrarios y presentar las colecciones con meses de antelación para asegurar pedidos y planificar la producción de manera eficiente.
También aprendieron sobre la importancia de la calidad del producto y cómo su enfoque en ofrecer prendas duraderas y bien fabricadas fue clave para ganar la confianza de los clientes y asegurar ventas recurrentes.
A través de viajes frecuentes y reuniones con sus proveedores, crearon relaciones casi personales que contribuyeron a fortalecer el negocio y asegurar una producción alineada con sus expectativas.
¿Cómo fue el proceso para que las tiendas multimarca apostaran por vuestra marca en los inicios?
Al principio, movilizamos a nuestros conocidos para llamar a las tiendas multimarca. La pregunta era siempre la misma: “Hola, buenas tardes, ¿tiene usted Backslide?”. Y la respuesta casi siempre era: “No, ¿qué es eso?”. Ellos contestaban: “Ah, pues es una marca que está muy de moda. ¿No la tiene?”. Después de un tiempo, llamaba yo: “Soy de Backslide y me interesaría introducir mi producto en tu tienda”. Y entonces, la respuesta cambiaba: “Me han preguntado varios clientes por tu marca, ven a verme”.
Recuerdo especialmente una tienda en Toledo, donde el dueño nos dijo que le gustaban nuestras camisetas. Nosotros respondimos: "Tenemos aquí en el coche, ¿cuántas quieres?" Y literalmente sacamos la mercancía del maletero.
Aprendimos que teníamos que profesionalizarnos, que era importante presentar un muestrario y tomar los pedidos con meses de antelación, por cómo funcionan las temporadas en la industria de la moda.
Lo conseguimos y logramos posicionarnos en tiendas multimarca relevantes, compartiendo espacio con marcas como Ralph Lauren y Lacoste.
¿Qué diferenciaba a Scotta de otras marcas?
Siempre nos hemos caracterizado por ser muy sinceros y transparentes. Desde el principio, nos presentábamos en las tiendas contando nuestro proyecto, explicando hacia dónde queríamos llevar la marca. Esa sinceridad nos ayudó a ganarnos la confianza de las tiendas multimarca.
Cuando comenzamos hubo momentos en las que llegamos a vender productos sacrificando nuestros márgenes. Pero jamás sacrificamos la calidad. Siempre hemos creído que la calidad es lo que hace que los clientes vuelvan y repitan, sobre todo cuando no puedes invertir mucho en marketing.
Hablando de desafíos, cuéntanos sobre el hackeo que sufristeis durante el COVID. ¿Cómo enfrentasteis esa crisis?
El hackeo fue un golpe muy duro, sobre todo porque ocurrió en plena pandemia, en un momento crítico en el que las tiendas físicas estaban cerradas debido al confinamiento y dependíamos del canal online para generar ventas y mantener el flujo de negocio.
Justo cuando intentábamos adaptarnos a esta nueva realidad y habíamos decidido enviar un comunicado para incentivar las ventas online, empezaron a llegar mensajes de amigos y clientes diciendo que la página no funcionaba. Al principio, pensé que el servidor se había colapsado por el aumento repentino de visitas, pero luego descubrimos que nos habían hackeado y nos pedían 8 bitcoins para devolvernos la base de datos.
Estuvimos mes y medio con la web caída, pero me sirvió para aprender a sobrellevar cualquier crisis con más calma. Hoy, si no puedo hacer nada en el momento, prefiero esperar y resolverlo cuando sea posible.
¿Cómo ha evolucionado el papel del e-commerce en vuestro negocio?
El e-commerce sigue siendo relevante en nuestro negocio, aunque su proporción se ha mantenido en torno al 10-12 por ciento en los últimos años. Lo que ha cambiado es que otros canales han crecido a un ritmo más rápido afectando en términos absolutos.
Por ejemplo, el multimarca, que antes representaba el 50 por ciento de nuestras ventas, ahora es solo el 10 por ciento, pero no porque haya disminuido, sino porque los otros canales han crecido más rápido.
¿Qué lugar crees que ocuparán las tiendas físicas en un escenario de creciente digitalización del comercio?
El futuro del comercio está en un equilibrio entre tiendas físicas y canales online. De hecho, muchas marcas nativas digitales están abriendo tiendas físicas porque han reconocido que ambos canales se complementan.
Aunque nuestro porcentaje de ventas online es menor en comparación con otras marcas, estamos invirtiendo mucho en mejorar nuestra presencia digital. Sin embargo, no creemos en la desaparición del retail físico, sino en la necesidad de una integración armoniosa de ambos formatos.
¿Cómo está yendo 2024 y cuáles son vuestras expectativas en términos de facturación?
Tras cerrar 2023 con una facturación de 14 millones de euros en ventas, la previsión para 2024 es de 16 millones de euros en ventas para 2024.
¿Mantenéis vuestra producción en Portugal?
Actualmente la mayoría de nuestra producción se realiza en Portugal y España, pero también trabajamos con algunos proveedores en Asia. Intentamos fabricar lo más cerca posible, pero en algunos casos, por cuestiones de precio o capacidad, tenemos que recurrir a otros países.
Finalmente, mirando hacia el futuro, ¿dónde ves a Scotta en los próximos diez años?
Nuestro enfoque inmediato sigue siendo consolidarnos a nivel nacional, con la apertura de una nueva tienda en León. Paralelamente, estamos reforzando nuestra presencia en Latinoamérica, con la previsión de cerrar 2024 con siete puntos de venta adicionales en México, donde actualmente operamos tres.
A largo plazo, nuestro objetivo es convertirnos en una marca globalmente relevante. En diez años, espero ver a Scotta completamente consolidada en España, bien posicionada en Europa y Latinoamérica, y con una posible entrada en mercados como Estados Unidos.
Para lograrlo, estamos buscando un socio que entienda y crea en el proyecto, alguien que nos acompañe a largo plazo.