La nueva geografía emocional del Black Friday: del impulso al criterio en el retail de moda
cargando...
Históricamente uno de los sectores más beneficiados por la hiperactividad de compra, la moda se encuentra ahora ante un escenario que exige un análisis más matizado. El volumen de transacciones se mantiene elevado, pero detrás de cada decisión late una tensión creciente entre deseo, presión social y agotamiento promocional.
A pesar de la rentabilidad inmediata, los datos revelan una oportunidad estratégica para diseñar campañas más humanas, menos agresivas y emocionalmente inteligentes que fortalezcan la relación a largo plazo con el cliente.
Un estudio elaborado por la empresa de psicología digital Unobravo y el proveedor de datos Dynatal indica que el 79 por ciento de los jóvenes en España compra para aliviar estrés, mientras cuatro de cada diez se arrepienten poco después.
Esta información trasciende lo anecdótico y expone una realidad que afecta directamente a la operativa del sector… la impulsividad asociada al descuento no solo dispara devoluciones, sino que también erosiona la percepción de valor y compromete la confianza del cliente, por lo que comprender este comportamiento se convierte en un imperativo empresarial además de ético.
Compras más emocionales en un mercado que ya no quiere exceso
El peso de la emoción en la decisión de compra es especialmente relevante en moda. La ropa sigue funcionando como regulador emocional y como herramienta de autoafirmación, lo que convierte cada promoción en un catalizador de impulsos difíciles de gestionar posterior a la venta. Los consumidores reconocen que compran productos que no necesitan únicamente porque están rebajados. Para el retail esto significa más devoluciones, márgenes erosionados y un punto ciego en la estrategia de fidelización.
La gestión de la impulsividad del cliente está dejando de ser un componente difuso del funnel para convertirse en una variable medible que influye en los resultados. La oportunidad consiste en transformar el exceso promocional en una narrativa de valor que reduzca el arrepentimiento posterior y refuerce la satisfacción.
El contexto evidencia que la compra emocional no desaparecerá, pero debe de ser acompañada de acciones que refuercen la percepción de valor sin depender exclusivamente del incentivo promocional.
Entre la presión social y la validación digital de noviembre
Los datos del estudio muestran que la presión social se ha convertido en uno de los motores silenciosos del consumo, especialmente entre los jóvenes. Las conversaciones sobre ofertas, las compras compartidas en redes y la comparación constante crean la sensación de que no participar implica quedarse fuera del grupo.
Durante el último trimestre del año este efecto se intensifica, y en algunos casos conduce a decisiones que superan el presupuesto real del consumidor, lo que convierte el impulso inicial en culpa o malestar. A veces, el consumidor siente que lo han empujado demasiado o que las promesas de descuento no se corresponden con la realidad.
En paralelo, el retail está respondiendo a esta fatiga promocional con un giro estructural que redefine sus prioridades. Cada vez más operadores se alejan del terreno del precio para orientarse hacia propuestas que rozan el lujo accesible, elevando materiales, diseño, imagen y experiencia para justificar un posicionamiento más alto en un contexto donde la cadena de suministro global encarece los costes y hace inviable competir únicamente con descuentos.
Esta evolución evidencia que el consumidor actual, saturado de ruido promocional, reacciona mejor ante propuestas cuidadas, coherentes y basadas en un valor tangible. En este escenario, las marcas que logren modular la presión social y ofrecer claridad en su promesa —menos urgencia y más propósito, menos gritos y más narrativa— serán las que consigan construir relaciones duraderas. No se trata de vender más, sino de vender mejor.
No se trata de vender más, sino de vender mejor.
El Black Friday sigue siendo un momento de alto tráfico, pero los datos de IAB Spain muestran un cambio profundo en la forma de participar. Este 2025, el setenta y tres por ciento de los compradores online planea sumarse a la campaña, una cifra elevada pero en descenso frente a los máximos recientes.
La compra se ha vuelto más calculada y menos impulsiva, con una moda que cae al veinticinco por ciento de intención y un crecimiento sostenido de categorías como bienestar, hogar, belleza o cuidado personal, que reflejan un consumo más funcional.
Además, el calendario también se ha transformado. La campaña deja de concentrarse en un único día y se extiende desde semanas antes hasta las rebajas posteriores, con un ticket medio en torno a los 165 euros.
A esta situación se suma una desconfianza estructural. El 78 por ciento de los usuarios percibe que muchos descuentos son engañosos y llega al periodo promocional con precios comparados, listas definidas y una mayor resistencia a las rebajas agresivas.
- La moda enfrenta un desafío por las compras impulsivas y emocionales, impulsadas por el estrés y la presión social, que resultan en arrepentimiento y devoluciones.
- El sector está evolucionando hacia estrategias que priorizan el valor, el diseño y la experiencia del cliente sobre los descuentos agresivos para fomentar relaciones duraderas.
- Los consumidores actuales son más calculadores, desconfían de las ofertas engañosas y muestran una preferencia creciente por el consumo funcional y propuestas de valor tangible.